sábado, 6 de agosto de 2011
DAR PARA RECIBIR
Espíritu Santo te doy la Bienvenida a este lugar, toma el control de nuestras vidas, que no sea un hombre el que habla si no que seas tu Espíritu Santo, llenándonos de tu Gloria, Hoy aplicamos la sangre tuya Señor, sobre todos los que estamos acá presentes, sobre nuestras familias, sobre nuestras finanzas, sobre nuestros sueños Señor; Hoy atamos y encadenamos,a toda fuerza que se levante contra nosotros, todo espíritu de distracción, todo espíritu que quiera quitarnos tu Bendición Señor. Espíritu Santo hoy te reconozco como mi único salvador, toma mi nombre y escribelo en el libro de la vida y no lo borres jamas. AMEN AMEN y AMEN
(2 Reyes 4:1-7) 1 La viuda le suplicó a Eliseo:
—Mi esposo, su servidor, ha muerto, y usted sabe que él era fiel[a] al Señor. Ahora resulta que el hombre con quien estamos endeudados ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos.
2 —¿Y qué puedo hacer por ti? —le preguntó Eliseo—. Dime, ¿qué tienes en casa?
—Su servidora no tiene nada en casa —le respondió—, excepto un poco de aceite.
3 Eliseo le ordenó:
—Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas; consigue todas las que puedas.4 Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte.
5 En seguida la mujer dejó a Eliseo y se fue. Luego se encerró con sus hijos y empezó a llenar las vasijas que ellos le pasaban.6 Cuando ya todas estuvieron llenas, ella le pidió a uno de sus hijos que le pasara otra más, y él respondió: «Ya no hay mas.» En ese momento se acabó el aceite.
7 La mujer fue y se lo contó al hombre de Dios, quien le mandó: «Ahora ve a vender el aceite, y paga tus deudas. Con el dinero que te sobre, podrán vivir tú y tus hijos.»
A veces nos preguntamos, que es lo que nos pasa en nuestras vidas, porque sentimos que no estamos dando el fruto que queremos, por que no pasamos a otro nivel, y sentimos que nos quedamos como si estuviéramos clavos en el piso.
Y la conclusión que saque, es que estamos recibiendo según lo que damos.
Sólo dando, recibimos. No tengas miedo, entrégate sin medida para que Dios tenga espacios vacíos que pueda llenar.
Todos llevamos dentro de nosotros muchas cosas valiosas que podemos compartir.
Cada persona tiene virtudes y cualidades que otros necesitan y admiran. Somos como recipientes que tienen forma y propósito.
Contenemos algo que es necesario dar a los demás. Por ejemplo, cuando nos duele el estómago, buscamos una medicina y abrimos el frasco para tomar lo que contiene y sentirnos mejor.
Nosotros somos iguales, somos recipientes llenos de bendición para nuestras familias, nuestra pareja y nuestro trabajo. Lo vemos en el hogar, nadie es igual, siempre hay alguien que tiene un don especial que no tienen los demás.
Cada uno aporta lo que tiene para beneficio y alegría del resto.
Si no estás dispuesto a vaciarte, si no deseas compartir con tus amigos o personas necesitadas, te estancarás y no avanzarás porque no tendrás espacio para recibir y crecer.
Las personas que atesoran y no comparten, sienten que ya llegaron a la meta, se acomodan y no superan otras expectativas, ya no pasan a otro nivel porque se han estancado.
Como un garrafón de agua que nunca se usa por miedo a que se termine. El resultado será que efectivamente, siempre tendrá agua, pero con el tiempo, se llenará de microorganismos (microbios dañinos para la salud física y espiritual) y ya no servirá.
Nadie querrá tomarla porque está estancada y contaminada.
Las empresas, los ministerios, las células, no quieren trabajadores, ni personas estancados que no buscan desafíos porque se llenan de los “microbios” de malos pensamientos y ya no avanzan. Para evitar que esto te suceda, debes consumirte, debes permitir que beban de lo que tienes (lo mejor de ti) y dejen espacio que puedas llenar de nuevo.
El problema de guardarnos y cuidarnos tanto es que nuestros dones se desperdician y no son de provecho para nosotros, ni para otros.
A nosotros siempre nos han dicho que para tener, hay que guardar y acumular porque si gastamos y repartimos, nos quedamos si nada.
Pero el Señor dice que si repartes, tendrás más y si retienes, verás la pobreza en tu vida Proverbios 11:24 Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes son escasos más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.
Proverbios 13:7 Hay quien pretende ser rico, y nada tiene; hay quien pretende ser pobre, y tiene una gran fortuna.
2 Corintios 9:6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, escasamente también segará; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará.
La economía nos dice que debemos “acumular para los tiempos malos”. Claro que es bueno ahorrar, pero la Palabra aclara que debemos retener lo que es justo, no más que eso, porque acumular conduce a la pobreza. Cuando uno reparte, está abriendo el espacio para los milagros. Dar es justo y recibir también.
Vemos la historia del profeta Eliseo quien le pregunta a una mujer qué tiene para ofrecer. Era tiempo de escasez y ella le responde que sólo tiene una vasija de aceite. Entonces él le da la instrucción de que pida muchas vasijas prestadas y comience a derramar su aceite en ellas. ¡Y sucede el milagro! Porque se llenan todas las vasijas que sus hijos le llevan.
Lo que tú tienes y puedes derramar en otros es lo que Dios necesita para que ocurra el milagro de la sobreabundancia. Cuando eres un recipiente dispuesto a vaciarse, llamas al cielo tu propio milagro para que empiece a multiplicarse. La bendición de vaciarte está en la oportunidad que le das al Señor para que vuelva a llenarte.
Si quieres cosas mejores y nuevas, primero debes vaciarte y hacer espacio para que puedan venir a tu vida o será imposible recibirlas.
Cuando entregas lo que tienes, alza tu mirada al cielo y dile al Señor: “Ya entregué lo que tenía, ¿dónde está lo mío?”
Para que nuestro Padre tome la decisión de derramarse, debe ver que la tierra está seca (Isaías 44:3). Porque yo derramaré aguas sobre el que tiene sed, y ríos sobre la tierra árida; derramaré mi Espíritu sobre tu linaje, y mi bendición sobre tu descendencia;Si te sientes seco y vacío por dar lo que tenías, prepárate porque Él te llenará. No digas: “Me he guardado porque tengo miedo”. El temor a entregarse es el mayor enemigo de recibir bendición. Tal vez abusen de ti y se aprovechen, pero Él es suficientemente justo para darse cuenta que das lo mejor y mereces recibir lo mejor.
SEÑOR: Te doy gracias porque tengo espacio para que tu lo llenes Estoy dispuesto a abrirme para que de mi salga lo que otros necesitan, Señor con mis brazos abiertos entra y toma de mi lo que quieras, y llena todos los espacios que he vaciado,Señor quiero experimentar toda Tu abundancia. Te entrego mi vida y mi corazón Hoy delante de ti Señor voy a darle a los demás las bendiciones, por que es tiempo de vaciarme para que Tú Señor nos llenes de nuevo AMEN AMEN y AMEN.
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