Un niño muy educado y formal subió a un avión, buscó su asiento y se sentó. El niño abrió su libro de pintar y empezó a colorearlo. No presentaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo al despegar el avión.
Durante un buen rato, hubo tormenta y mucha turbulencia. En un determinado momento hubo una sacudida fuerte, y todos estaban muy nerviosos, pero el niño mantuvo su calma y serenidad en todo momento.
¿Cómo lo hacia?, ¿Por qué estaba tan calmado? Una mujer frenética le preguntó:
Niño: ¿no tienes miedo?
No señora-, contestó el niño y mirando su libro de pintar le dijo: "Mi padre es el piloto".
¿Sorprendido? Hay tiempos en nuestra vida en los que los sucesos nos sacuden un poco y nos encontramos en turbulencia.
No vemos terreno sólido y nuestros pies no pisan lugar seguro. No tenemos donde agarrarnos y no nos sentimos seguros.
Pero recuerden que nuestro amantísimo Padre Celestial es nuestro piloto. A pesar de las circunstancias, nuestras vidas están puestas en el creador del cielo y la tierra.
Y la próxima vez que llegue una tormenta a tu vida o si en este momento estás pasando por una, alza tu mirada al cielo, siéntete confiado y di para ti mismo:
¡Mi Padre es el piloto!